
Yo quise mirarte, y decirte en mi mejor silencio que aun te amo. Las hojas de los arboles caen, haciéndome un camino estático que seguir. Esta angustia de saber que estoy andando para encontrarte me corta la respiración, porque no importa cuando duela, en mi mano aun aprieto fuertemente aquel artilugio que un día construimos tiernamente cuando pensábamos que el mundo no era tan hostil. Cuando el amarte era llevarte unos caramelos que luego diluías en mis labios. Una dulce opera con miles de acordes de nostalgia para un amor que solo espera… y su espera que es como un frágil veneno, se hace cada vez mas espesa. Yo quise gritar tu nombre, pero sabía que mi voz se quedaría atrapada en tu silencio. Tu eres la profecía que no logro descifrar, la promesa que gasta mis días, y una historia cansada de ser narrada. Eres tú. A veces aún en delirios, siento tu olor. Y este refresca a mi alma, y renueva todo. Incluso lo que ya creía perdido. No se como, ni todo los pretextos del mundo me alcanzan. Una verdad y dos mentiras de obsequio. El amor es una ganga. Hace cuanto tiempo que leo una y otra vez los mismos versos, para lograr descifrar en ellos cualquier asomo de ti que hayas dejado. La verdad es que el único lugar donde he podido encontrarte es en mi petulante yo, en mis ganas y en unos sueños traviesos. Si te miro de revés, creo que todo queda olvidado, y que solo quedan nuestras almas en ese increíble equilibrio que solo he conseguido contigo. Donde lo malo siempre es pasajero, y lo bueno increíblemente taciturno. Quiero creer que las páginas de mis diarios te traerán de nuevo a mi lado, yo quiero verte amor mío, siento que ese momento hará que mi alma se reviva en una serie de historias húmedas, para contar en noches de no dormir.