
domingo, 30 de agosto de 2009
[[Mi hombre ideal]]

sábado, 15 de agosto de 2009
[[Ocho de la mañana]]

El amanecer se me abre como confite que deja escapar su dulce melaza interna. Desde el comienzo de la constelación de lunares en mi espalda he amado el otoño y los días feriados. Cada átomo de mí siempre ha entendido que no hay mejor época que en la que se ama, y se cantan tangos en voz baja para hacer sublime las invocaciones de amor. Desde pequeña me reinventaba en cuentos de hada, historias de príncipes y ranas azules, de hadas madrinas y de brujas en castillos, toda esa utopía que buscas reine en tu historia tantas veces contada. En una debida línea de tiempo he tenido suficientes prospectos de príncipes pero aún no encuentro mi rana azul. El ultimo encuentro que tuvimos el amor y yo sucedió tan deprisa que no hubo verso que pudiera siquiera reprochar esa visita tan fugaz, mi amor, llámese X para guardar los decoros de la historia, fue como aquella supernova que sucede y se va tan rápido como llego. Estas mañanas reflexivas cansan un poco mi animo, doy mas vueltas en la cama y el sol entonces me da en la curva de mis caderas, sonrió pues me hago analogías tontas y aun no son las nueve de la mañana. Cada pensamiento matutino pareciera ser más esperanzador que los del final del día. A las ocho de la mañana el mundo parece no ser tan hostil cuando el aire esta impregnado de café, el sol brilla pero no quema y se oye desde la ventana los pasos de los transeúntes que anuncian que un nuevo día esta apunto de comenzar. Si X supiera todo lo que sucede en mi cama a las ocho de la mañana, creo entonces que se habría de arrepentir de su tan estúpida huida. De todas maneras mi sonrisa alcanza para muchas otras mañanas y para trazar una línea de osa mayor en todos mis lunares.

sábado, 8 de agosto de 2009
[[Lista de Obsesiones]]

martes, 4 de agosto de 2009
[[Cuando te vi, me enamore de tì]]

El amor de mis amores me ha dejado, una vez más, una vez más.
No sienta pena por mi, nada de llorar ni de matarme, que seas feliz, que seas feliz por cien años.
En nuestra turbia historia hay muchos renglones disparejos.
Nunca odiare aquella tarde traicionera del tercer mes cuando te vi, cuando supe que serías para mí e irremediablemente me ilusione.
Cuando no supe que harías tripas de colores mi corazón.
¿Tú? ¿Qué has hecho tú? Me has dejado.
¿Yo? ¿Y que hago yo?
Yo te amo.
Porque a pesar de todo, todos y todo lo que tuve que pasar, me enamore de ti.
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